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La sirenita

Érase una vez un hermoso lugar que se encontraba en las profundidades de los océanos y en donde el agua era totalmente cristalina. En ella, habitaba una gran variedad de plantas y animales con las formas más inverosímiles que nadie podría imaginar.

cuento de la sirenita arielEn ese increíble lugar, yacía un enorme e imponente palacio, el cual pertenecía a Poseidon, el rey de los mares. Estaba adornado con un gran número de perlas y el castillo estaba construido con arrecifes de coral y caracolas además de esponjas y estrellas de mar. Ahí vivía El Rey junto a sus seis hermosas hijas.

La sirenita era la más joven de todas, dueña de una voz melodiosa y una belleza sin igual. Peces de todo el océano nadaban apresuradamente solamente para escucharla cantar en compañía de su arpa.

Las conchas marinas mostraban sus perlas y las medusas evitaban dejarse llevar por la corriente para no perderse nada del espectáculo.

La sirenita era muy musical, cantaba en todo momento y, al hacerlo, se encontraba siempre expectante en su búsqueda por la luz del sol; una luz muy tenue en semejante profundidad.

“Desearía poder salir a la superficie y observar lo increíble que tiene que ser el cielo, escuchar la voz de los humanos y oler el perfume de las flores” – se decía la sirenita – “aun eres muy joven” – respondió su madre- “en unos pocos años cumplirás quince y en ese momento tu padre te concederá el permiso de salir a la superficie, al igual que hicieron tus hermanas”.

La sirenita soñaba siempre con el mundo de los humanos, sólo tenía conocimiento del mismo gracias a los cuentos de sus hermanas, a quienes les hacía cientos de preguntas cada vez que retornaban de la superficie.

la sirenita cuento cortoDurante este tiempo de espera para poder salir a la superficie, trabajaba a diario en su magnifico jardín, ornamentado con hermosas flores que recogía por el mar.

Los caballitos de mar siempre acudían en su compañía y los delfines también jugaban con ella; pero solo las estrellas de mar se mostraban reacias a la llamada de la sirenita.

Un buen día llegó el décimo quinto cumpleaños de la princesa, que no había podido dormir la noche anterior de tanta emoción.

Al amanecer, su padre le despertó al acariciarle sus larga y pelirroja cabellera y fue entonces cuando vio la silueta de una flor esculpida en su hombro.

“Has cumplido quince y, como te prometí, ya puedes salir a la superficie y admirar el cielo. Mantén presente que somos seres marítimos, el mundo de la superficie no nos pertenece y solamente podemos admirarlo ya que no poseemos alma como los humanos. Debes ser prudente y mantenerte lejos de ellos”– le dijo su padre-

Y aun Poseidon no había terminado de hablar cuando la sirenita se despidió de él con un beso para marcharse a la superficie.

La sirenita ascendía a toda velocidad, tan rápido que los peces no podían alcanzarla. Así continuó hasta que salió del agua: “¡es increíble!” – decía la sirenita- quien por primera vez admiraba la inmensidad del cielo azul y las estrellas titilando previo al anochecer.

el cuento de la sirenitaEl sol se encontraba en el ocaso, dejando un reflejo dorado sobre las olas, las cuales comenzaban a diluirse lentamente. Las gaviotas graznaban a la Sirenita con alegría a modo de bienvenida.

“Todo es hermoso”– dijo la sirenita -. Sin embargo, su asombro aumentaría todavía más, puesto que una nave se estaba cercando a la roca sobre la cual reposaba la sirenita.

Los tripulantes soltaron el ancla y la nave se detuvo a flotar delicadamente sobre la calma del mar. La sirenita podía escuchar sus conversaciones y órdenes de navegación. “Me encantaría poder hablarles” – pensaba mientras oía-.

Mientras tanto La Sirenita no podía dejar de observar su larga cola ondulante que tenía por piernas y, se sintió apenada: “nunca seré como ellos” – pensó la sirenita-.

A bordo del barco todos parecían muy animados y, en poco tiempo, la noche se llenó con gritos de festejo: “¡que viva el capitán! ¡Celebremos su veinte años!”.

La sirenita se había quedado anonadada al descubrir al joven a quien iban dirigidas las congratulaciones. Sonrisa impecable, de porte elegante, bastante alto y con la piel tostada por el sol.

cuentos de la sirenitaLa sirenita no podía dejar de mirarle, se sentía alegre pero acongojada al mismo tiempo, jamás había tenido este sentimiento que no dejaba de oprimirle el corazón. La fiesta a bordo del barco seguía y mientras tanto el mar comenzaba alborotarse.

La sirenita se percató enseguida del peligro inminente, un helado viento comenzó agitar las olas de manera repentina, el cielo se tornó rojizo y los relámpagos comenzaron a salir. Así fue como una temible tormenta sorprendió la embarcación: «¡cuidado! ¡el mar se agita!” – gritaba La Sirenita sin resultado alguno.

Sus gritos eran aunados por el sonido del viento, las olas crecían y la voz de la sirenita no se oía.

Pronto fue demasiado tarde, los gritos de desesperación por parte de los marineros se comenzaron a oír, el viento había arrancado el mástil de su sitio y en cuestión de minutos, la tormenta hundió el barco.

La hija de Poseidón no había perdido en ningún momento de vista al capitán y, al verlo caer al mar, enseguida acudió en su rescate.

Sin embargo, las olas eran demasiado grandes y ella trataba de buscarlo sin descanso cuando estando al borde del fracaso, un golpe de suerte le hizo divisar al capitán en la cresta de una ola cercana.

El joven estaba desmayado y ella lo cogió entre sus brazos mientras nadaba con toda su voluntad para evitar la muerte del capitán.

cuento sirenitaLe mantuvo a flote hasta que la tormenta cesó. Cuando el alba se mostraba sobre un mar aún vivo, La Sirenita sentía gran felicidad de haber tocado tierra para dejar al joven descansar sobre la arena.

Pero al no tener piernas, permaneció al lado del joven con su cola a medio sumergir en el agu mientras frotaba las manos del capitán y trataba de calentarle con su cuerpo.

De pronto, se escucharon voces que se aproximaban, lo que hizo que la sirenita huyera hacía el mar: “¡Corred! ¡Corred!”– gritaba una mujer preocupada – “¡hay un hombre en la arena!”

Lo primero que observó el joven una vez que recobró el conocimiento, fue el hermoso rostro de una joven damisela que había acudido en su ayuda: “gracias por salvarme” – dijo en voz baja a la hermosa extraña.

La Sirenita desde el mar observaba cómo el joven se dirigía a palacio, totalmente ignorante de que había sido ella quien lo salvó y no la joven damisela. Se fue nadando despacio hacía el mar abierto, sabiendo que en esa playa, había dejado algo que hubiese querido mantener a su lado para siempre.

Las horas que lo mantuvo con vida al tenerlo entre sus brazos habían sido maravillosas. Tan rápido como llegó al palacio de su padre, la sirenita comenzó a relatar su historia, cuando de pronto, sintió como si un nudo se le atase en la garganta.

la sirenita cuento infantilSin explicación alguna, rompió a llorar y buscó refugio en su habitación. Ahí se mantuvo durante varios días en un encierro perpetuo en el que rechazaba hasta el comer.

Tenía claro que su amor por aquel joven capitán no tenía esperanza, puesto que al ser una sirena jamás podría casarse con un ser humano. Sólo la bruja que vivía en los abismos podía ayudarla y, aún sabiendo que el precio sería muy alto, decidió ir a visitarla.

“Entonces, quieres piernas en lugar de cola, ¿no es cierto? – ¡Me parece bien! Pero vas a sufrir como nunca antes. Cada paso que des será igual que caminar sobre lava ardiente”– dijo la bruja – “¡Me da igual!” – respondió la sirenita – “siempre y cuando pueda volver a verle”.

“Aún no termino, niña” – dijo la bruja – “también me darás tu preciosa voz y te quedarás muda de por vida. Y recuerda, si el hombre que amas no se casa contigo, tu cuerpo se convertirá en espuma de mar”.

La sirenita aceptó el horrible trato, cogió el frasco con la poción y nadó rápidamente hacia la superficie. Emergió en las cercanías del castillo donde se encontraba el capitán, arrastró su cuerpo por la arena y procedió a beber la pócima.

De inmediato, un terrible dolor comenzó abrumarle. Era tan fuerte que le hizo desmayarse y, cuando recobró la conciencia, no podía creer lo que estaba viendo, ¡era el capitán quien le sonreía y decía! : “no temas, ahora te encuentras a salvo – ¿De dónde vienes?”.

la sirenita cuentoLa sirenita era incapaz de responder, ya que la bruja le había dejado muda –“voy a llevarte al castillo para cuidarte” – dijo el joven capitán -.

Los día siguientes fueron como un renacer para La Sirenita, pues el capitán resultó ser un príncipe,  quien le obsequió con hermosos vestidos y la llevaba diariamente de paseo.

Un día fue invitada a participar en el baile real, pero tal cual le había advertido la bruja, cada paso que diera le produciría un dolor infinitamente grande; era parte del precio a pagar por vivir junto a su amado.

Pese a no poder responder adecuadamente a los gentilicios y atenciones del príncipe, este le trataba con mucho estima y cual princesa. No obstante, el joven no podía sacar de su cabeza la imagen de aquella hermosa damisela que vio al ser rescatado después del naufragio.

No tuvo la oportunidad de conocerle mejor, puesto que la damisela tuvo que macharse con premura a su país de origen pocos días después de salvar al príncipe.

Cuando se encontraba con La Sirenita, esta le confesaba un cariño genuino, sin embargo, no podía dejar de pensar en aquella chica. Pobre de la sirenita, además del dolor que le generaban sus piernas también debía sufrir el dolor de ver a su amado estar enamorado de otra.

la sirenita castilloDurante las noches, la hija del rey de los mares se escabullía del castillo para llorar en la playa. No sabía que el destino le guardaba una sorpresa más.

Una mañana, desde la torre más alta del castillo, se anunció que se acercaba al puerto un barco colosal. El príncipe le pidió a la sirenita que le acompañase a dar la bienvenida. La joven damisela, que seguía presente en los pensamientos del príncipe, bajó de la embarcación y este corrió feliz a su encuentro.

La Sirenita lo sintió como una estacada en el corazón. Y fue justo en ese momento en el que se dió cuenta que perdería al príncipe.

Este pidió la mano de la desconocida damisela para unirse a ella en matrimonio, quien sin dudarlo dos veces, aceptó la proposición, ya que ella también se sentía perdidamente enamorada.

Pocos días después de celebrarse la boda, los recién casados fueron invitados a dar un paseo por el mar en la gigantesca embarcación que aun permanecía anclada en el puerto. La sirenita también fue invitada, así que subió al barco y el viaje comenzó.

Una vez se ocultó el sol, La Sirenita subió a cubierta embriagada en la angustia de haber perdido su amor para siempre. Se había resignado a sacrificar su vida y convertirse en espuma, tal y como había acordado con la bruja.

cuentos infantiles la sirenitaDe pronto escuchó cómo repetían su nombre una y otra vez: “¡Sirenita! ¡Sirenita!» – ¡eran sus hermanas quienes gritaban desde el mar! , quienes entonces, le dijeron:

– «Somos tus hermanas, ¡mira! – ¿puedes ver el puñal? Es un puñal encantado, lo hemos conseguido en un trato con la bruja a cambio de nuestro pelo: «¡cógelo! . Debes matar al príncipe con él antes de que salga el sol, al hacerlo, el hechizo se romperá y volverás a tener cola y así poder olvidar todas tus penas”.

Llenándose de valor, La Sirenita cogió el puñal y bajó hasta el camarote donde se encontraban durmiendo los esposos, pero al ver la cara del príncipe dormido, le dio un tierno beso y subió una vez más a cubierta.

Al alba, la joven sirena arrojó el puñal al mar y echó un último vistazo al mundo que dejaría atrás; y entonces saltó al mar dispuesta a convertirse en espuma.

Cuando el sol comenzaba a brillar con más fuerza, el mar se iluminó con un rayo de tono amarillento y La Sirenita, desde el agua, volvió su rostro hacia él para observarlo una última vez.

De pronto y sin previo aviso, una fuerza misteriosa la sacó del mar y comenzó a elevarla hasta lo más alto del cielo. Las nubes se tornaban de color rosa; y el mar se movía al compás de la brisa mañanera.

sirenitaFue en ese momento cuando la joven sirena escuchó unas voces enmascaradas entre el sonido de las campanillas:

“¡Sirenita! ¡Sirenita! ¡Ven a nuestro lado!”

“¿Quienes sois vosotras?” dijo la sirenita – quien se percató de que había recuperado su voz.

“¿Dónde estoy?” – “Estás con nosotras en el cielo. Somos las hadas del viento y aunque somos desalmadas, es nuestra tarea ayudar a quienes muestran buenas acciones hacía los humanos”.

La Sirenita estaba conmovida. Miró hacía el mar para observar el barco donde se encontraba el príncipe, e inmediatamente sus ojos se llenaron de lágrimas mientras las hadas le decían: “nosotras nos encargamos de regar las flores de la tierra una vez que nuestras lágrimas se transforman en rocío. ¡Ven y únete a nosotras! Tenemos mucho trabajo: ¿estarías dispuesta ayudarnos?”

– «¡Sí, quiero!» – gritó La Sirenita.

Y con mucha calma, alegría y ligereza, siguió el paso de las hijas del viento.

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