Saltar al contenido
Cuentosinfantiles10.com

Caperucita Roja

Érase una vez una encantadora niñita que era muy consentida y mimada por su abuelita, no había nadie en el pueblo que al conocerla no sintiera un cariño inmenso hacia ella.

cuento de caperucita rojaUn día, la niña recibió una caperuza roja que le hizo su abuelita. Para ella era el mejor regalo del mundo, nunca se lo quitaba, el color rojo le sentaba muy bien, así que todos comenzaron a llamarla “Caperucita Roja”.

Tristemente su abuelita enfermó, y la mamá de Caperucita le dijo:

“Caperucita, tu abuelita está enferma y le he preparado esta canasta de comida con su pastel y vino favorito, que estoy segura que le ayudará a recuperarse muy rápido.

Es preciso que vayas ahora mismo a su casa antes de que el día se ponga más caluroso, eso sí, ve con cuidado por el camino para que no te caigas y se dañe el pastel.

Recuerda que no es seguro que te salgas del sendero. Al llegar, saludala con mucho amor y no andes de curiosa por la casa”.

Una vez que Caperucita Roja escuchó todas las instrucciones de su madre le dio un beso y le dijo:

 “Tranquila madre, todo lo que me has dicho lo haré muy bien”. Cogió la canasta con cuidado y salió rumbo a la casa de la abuelita.

La casa de la abuelita de Caperucita quedaba a un kilómetro de su casa siguiendo el sendero por el bosque, pero una vez que se encontró en medio del camino se encontró con un lobo, una gran criatura que Caperucita no había visto jamás en persona, pero ella no sintió ni siquiera un poco de miedo.

El lobo, al observar a la niña con curiosidad, le dijo:cuento de la caperucita roja

“¡Qué bonita eres Caperucita Roja!”

A lo que ella respondió con tono cordial:

“Buenos días, es usted muy amable señor lobo”

“¿Qué haces tan temprano en el bosque Caperucita?”, dijo el lobo curioso.

“Voy a casa de mi abuelita”, respondió la niña.

“Llevas una canasta muy pesada, ¿qué tienes ahí dentro?”, dijo el lobo olisqueando al aire.

“Tengo un Pastel y una botella de vino para mi abuelita”, explicó Caperucita.

“¡Oh! Pero qué adorable niña eres tú, ¿te falta mucho para llegar a casa de tu abuelita?”, preguntó el lobo mientras pensaba su malvado plan.

Y sin que Caperucita roja se percatara de la maldad del lobo, esta le respondió con mucha inocencia:

caperucita

“De hecho ya estoy a punto de llegar, si sigo el sendero a medio kilómetro encontraré tres grandes robles juntos, que de seguro has de haber visto, al pasarlos me toparé con la casita de mi abuelita, e iré siempre por el sendero”.

Al escuchar esto el lobo pensó: “¡qué delicioso bocado tendré el día de hoy: la abuelita y esta tierna criaturita! Si soy inteligente puedo tenerlas a las dos fácilmente.”

Por lo que decidió acompañar a Caperucita por el sendero. Al cabo de un rato se detuvo y le dijo:

“Caperucita Roja, ¿por qué vas tan deprisa? Detente un momento. Debes escuchar el canto de los pájaros cuando caminas por el sendero, ¡es una maravilla!

Además, no debes dejar de recoger esas flores tan hermosas que se encuentran al otro lado del camino, estoy seguro que a tu abuelita le van a gustar mucho si le llevas unas cuantas”.

La niña se detuvo considerando lo que el lobo le decía, escuchó el canto de los pájaros, y observó la hermosa variedad de flores silvestres que habían a ambos lados del sendero, entonces pensó: “¡ojalá mi abuelita pudiera estar aquí y escuchar a los pájaros cantar y ver estas hermosas flores! Creo que si recojo rápido algunas flores frescas para mi abuelita no me retrasaré y lograré llegar a tiempo a casa”.

De esta forma se salió del sendero y comenzó a recoger flores, y cuanto más se alejaba del sendero, conseguía cada vez flores más bonitas, hasta que llego un punto en el que se adentró demasiado en el bosque.

El lobo feroz se valió de la distracción de la niña y corrió hasta la casa de la abuelita. Cuando llegó tocó la puerta y se detuvo a escuchar la respuesta de la abuelita: “Caperucita, mi niña, ¿eres tú?”

“Sí, abuelita. Traje pastel y vino para ti. Ábreme la puerta, por favor”, respondió el lobo imitando la voz de Caperucita Roja.

lobo de caperucitaLa abuelita gritó desde dentro: “¡oh, mi niña! Estoy muy débil y no puedo levantarme de la cama. Pasa, ¡abre con solo mover la cerradura!»

El lobo sonrió. Sin decir nada más, abrió la puerta y se dirigió directamente hacia la cama de la dulce abuelita, comiéndosela de un solo bocado.

Rápidamente consiguió hacerse con la ropa de la abuelita, se vistió con ella, se puso el gorro, cerró las cortinas y se metió a la cama.

Caperucita Roja seguía recogiendo flores para su abuela sin saber qué estaba pasando.

Pero cuando se dio cuenta que ya no podía cargar con más flores, enseguida trató de volver al sendero para seguir de nuevo el camino hacia la casa de su abuelita.

Apenas llegó, observó que la puerta ya estaba abierta, y sorprendida y con un extraño presentimiento, pensó: “¡qué inquieta estoy hoy!, siempre me gusta estar en casa de mi abuelita”.

En aquel momento decidió gritar: “¡buenos días abuelita, he llegado!” Pero al no escuchar ninguna respuesta, decidió ir directamente al cuarto de la abuelita.

Cuando abrió las cortinas vio que al parecer su abuelita estaba como siempre, con su gorrito en la cama, pero esta vez tenía un aspecto muy diferente.

“¡Oh, abuelita! pero qué orejas tan grandes tienes”, dijo.

“Son para oírte mejor”, respondió el lobo.caperusita roja

“Pero qué ojos tan grandes tienes abuelita”, dijo acercándose a la cama.

“Son para verte mejor, cariño.”

“Qué brazos tan grandes tienes, abuelita”.

“Son para abrazarte mejor, dulzura.”

“Abuelita, qué boca tan grande tienes”.

Y cuando Caperucita Roja se acercó lo suficiente a la cama, la respuesta del lobo fue:

“¡Es para comerte mejor!”.

Así, el lobo feroz saltó de la cama sobre caperucita y también se la comió de un solo bocado. Después de haberse dado tremendo festín, el lobo feroz decidió hacerse una siesta ahí mismo, en la cama de la abuela, roncando muy fuerte.

A la vez, también llamando la atención de un cazador que por ahí pasaba. Al escuchar los sonidos tan fuertes provenientes de la casa de la abuelita, pensó: “¿qué estará haciendo esta vez la viejecita? – Iré a ver si necesita ayuda”.

lobo abuelita caperucita roja

Una vez dentro de la casa, el cazador, al ver el desorden, decidió entrar sigilosamente al cuarto de la abuela.

Al hacerlo, observó al lobo echado sobre su espalda y con la barriga súper inflada; entonces pensó: “¡así te quería encontrar lobo infame”.

Quiso disparar su arma, pero se dio cuenta que la abuelita no se encontraba por ningún lado, por lo que decidió ir a por unas tijeras para cortarle la barriga al lobo y ver si dentro estaba la abuelita.

Mientras tanto, el lobo seguía durmiendo.

Cuando realizo el primer corte, se dio cuenta que podía ver una gorra de color rojo, por lo que corto un poco más y logro ver que era Caperucita Roja.

Una vez ayudó a salir a la niña, le dijo: “¡qué horror estar ahí, todo estaba muy oscuro dentro del lobo, pero mi abuelita sigue dentro!”.

Así, ayudó al cazador a realizar un corte más, hasta que lograron sacar también a la abuelita. Entonces a Caperucita se le ocurrió una gran idea y buscó muchas piedras con las que poder rellenarle la barriga al lobo.

Cuando el lobo se despertó y vio a ellos tres observándolo, trató de huir, pero como estaba tan hinchado por las piedras, no pudo soportar tanto esfuerzo a la hora de correr y cayó muerto. Los tres se sintieron aliviados.

Caperucita sirvió pastel y vino a su abuelita, que estaba descansando, mientras el cazador le quitaba la piel al lobo para llevársela a casa.

Cuando Caperucita se dirigía a su casa, pensó: “nunca más desobedeceré a mi madre otra vez, no volveré a alejarme del sendero hacia el bosque, lo prometo”

Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!

Descarga el cuento para practicar escritura

Además del cuento de Caperucita Roja original, también te puede interesar:

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, aceptas el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver Política de cookies
Privacidad